Y todo es efímero, un incongruente
sentido que tiene la vista, pero que en el espejo del alma surgen, como
pesadilla o como flores del paraíso en que vivimos, las perturbantes
manifestaciones de nuestro cuerpo. Él se acelera, él se agita, él se maquilla. El
cuerpo es tus manos, tus goces, tus secretos. Sobre tu cuerpo, tu cuerpo. Sobre
el lugar en donde te sentaste se sentó tu cuerpo, y en este cuerpo que ocupas
ahora, solo, mi cuerpo está convertido en un libro, y también puede venderse. Soy
una prostituta, una trabajadora sexual, una acompañante terapéutica, un gato,
como le gusta llamarme a uno de mis clientes. Soy una adicta, una puta yonky, una
perdida más en la tierra de los velorios.
Mi primera vez fue desafortunada, el
hermano de mi madre comenzó a tocarme en la bañadera, y ahora tengo su recuerdo
cada vez que me masturbo. Cuando fui mayor, me lo cogí con gusto, tenía 13
años. Cuando todas las chicas empezaban a tener relaciones yo me creía libre de
hacer cualquier cosa que me de goce, disfruté mucho de no creer en nadie.
Ahora que sé, puedo predicar. Mi cuerpo
es tú cuerpo. Cada sonido que escuchás, cada rayadura, cada chasquido que hace
uno de tus huesos, es idéntico al chasquido que hace mi cuerpo.
Es tremendamente solitario dejar de
estar solo.
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