todos me miran en buenos aires
me suponen
de arriba
a abajo
y sin mirarme
descubro que no estoy solo en buenos aires
a fin de cuentas
son enamorados, también, los que me juzgan
puedo, entonces, convertirme en el ritmo latente
y bucear ciegamente
por esta ciudad de carnicerías
pero prefiero
dejar el látigo
y despedirme,
poco a poco,
de su encantamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario