6.7.24

Infinito

Mi Respeto por Carlito, que va tambaleándose hasta el infinito. Una inteligencia beoda y de Nuñez. Mezcla perfecta entre Isidoro Cañones y Patoruzú. Un asalariado, que coleccionaba momentos de arlequín, para reírse fuera del comic. Buscando el futuro en el presente, creaba así una escuela auténtica, para ser quien quieras ser pero siempre con el otro.

El cielo, entonces, es el otre, diría Carlito.


Pero soñar no puede durar para siempre, la risa tampoco. Un día estaba tomando un whisky en un baile por la costanera y a los dos meses en la cama del hospital, sin arrepentimiento alguno y diciendo: “Jamás voy a comer de tu tallo verde lechuga”. De paso cañazo, conseguía que las enfermeras le pasaran los puchos. Se automedicaba el humo, porque si no fumaba, tosía y le dolía, y el riesgo de que se le abrieran las costuras de las operaciones, que igual se abrieron.


El mundo humano, es esa herida abierta, que jamás cerrará (de más está decir, por los miserables que lo habitan). Resistir el mundo, es como morder el vacío.  Es una mierda no tener a dónde ir más que a la trinchera. Trinchera donde el goce es no ver nada. Goce precario: “imaginar un mundo mejor”. 


Carlito, entonces, creó una fuga. Una velocidad dónde no ser pensado.  Ni por sus hijos, ni por sus esposas, ni por sí mismo (tal vez sólo por su madre, pero ella jamás lo hubiese confesado). Devenir del día a día como pasajero de un tren de fábulas, demasiado rotas para el optimista, demasiado victoriosas para el pesimista. Daba igual, su vaso estaría medio lleno (de vino con soda).


Una Fe, como tantas otras, pero sin esclavitudes. Una soledad, como tantas otras, pero segura de sí misma.


Mi respeto por Carlito


18.6.24

Agua de lluvia


¿Oís, agua de  lluvia

que estás detrás de la lluvia

el sereno canto, del que nada espera ?

bajo el agua, otra vez, alguien llega


Ficción de mí, de mi suerte

la calle del presente 

y del inconsciente

múltiple del ser aquí


Reino magnetismo

volcando el instinto

causando el encuentro,

entrecruzando tiempos.


Observador asisto

al roce de tu cuerpo

blando como un humedal

blandura la piel en invierno 


Se ríen, las ganas de siempre

de la serpiente 

que nos envuelve

sutil y amorosamente.


En un día vulgar

A punto de no dar más

y dar más. Llave del amor

abrir la inocencia


Hoy, era peor que el  frío

y un fuego puso el corazón a andar 

al ritmo de un nuevo ciclo.

Se evapora un sentir



10.1.24

Blasfemia


Cómo una telaraña impecable

natural como las matemáticas 

te atrapa cuando te distraes

(el corazón desea la distracción)


Se parece a la muerte, por su perfección geométrica

a la fina seda por sus brillos nacarados

pero es mugre, al fin

(Estar siempre en guardia, aún amando entonces)


Así que ¡atención! alma libre, 

El deshielo del pensamiento

suelta pesados y sutiles artefactos lógicos

(congelados quien sabe cuando)


Si te atrapan, eres la quietud

así es como ese sistema circula.

“Eres mía”, es su frase favorita

(no hay nada más pesado, que la posesión)


Aquí, soltadas las amarras, hay deseos

a diferencia de las telarañas, son movimiento

eléctrico o de agua, a veces sol, a veces luna.

(Allá también, sólo que parecen prohibidos)


Dicen que en un sueño Dios se le reveló al hombre

y le contó un cuento que le pareció una pesadilla.

El del libre albedrío, era, y el hombre se arrodilló a sus pies

(Puta bestia, pensó Dios, y se fue).