Robado el fruto de las horas,
luego de domar el circo
de las miradas,
encuentras el momento exacto
o la guarida del silencio
para comerlo
con la certeza del lactante.
Recibirlo todo
como en un sueño
Darlo todo,
como una aguja
atravesando una lengua
encontrar sus anclajes
convertirlos en pétalos
que flotan en ondas
hasta rozar una mejilla